lunes, 9 de junio de 2025

Viðarr

 


Tú te hiciste un tatuaje para que volviera. Yo me fui sin dejarte ni una nota. Y eso reventó el ego, ¿verdad?

Porque tú, tan desesperado por ser inolvidable, te grabaste la piel creyendo que eso me ataría. 

Y doce años después, lo único que puedes recordar de mí es mi boca. No mis palabras, ni mi dolor, ni nuestros momentos.

Solo mi boca. En tu miembro.

Qué poético, ¿no? Una historia de dos años reducida a una felación de calidad. No porque no hubiera más… sino porque es lo único que tu mediocridad puede sostener sin derrumbarse.

Me dices que gracias a mí te quitaste a una imbécil de encima. ¿Y qué esperabas que hiciera con eso? ¿Aplaudir? ¿Sentirme halagada? Solo me confirma que sigues siendo el mismo gilipollas: el tipo que necesita a una mujer para odiar a otra.

Y ni siquiera sabes hacer eso bien. 

No, Enry. Tú no me odias. Tú me echas de menos...aunque sea solo mi boca.

Que lejos de humillarme, joder, eso sí que me halaga.

Porque te tatuaste la piel para atarme, y fui yo la que te ató a un recuerdo sin necesidad de tinta.

Yo, que te lamí el ego mientras tú pensabas que me comías el alma. Yo, que me fui con todo el fuego que tú no supiste mantener encendido. Yo, que ahora te contemplo  y me entra la risa.

Así que quédate con tu frase de mierda, con tu "no tengo tiempo para putas de mierda", con tu forma patética de seguir buscándome como un quinceañero.

Porque tú ya no tienes el derecho de ofenderme. Ni siquiera el privilegio de llamarme puta. 

Y si algún día alguien me pregunta por ti, sonreiré pensando que aún se te empalma recordándome. 

Y tú, ni en mis mejores dedos apareces.







miércoles, 12 de febrero de 2025

 He leído nuestras conversaciones, otra vez.

Qué punzada en el corazón, qué complicado lo hiciste y qué oscuro recuerdo.

Siempre me han preguntado el por qué de mi huida, el por qué cuando hablo de ti y de nuestro recuerdo me estremezco y la piel se me pone de gallina: no me hiciste nada. Pero me hiciste todo. Te tengo miedo y es algo que casi no puedo evitar. Ese miedo se mezcla con el anhelo de una amistad que nunca se producirá.

No entiendo muy bien por qué me pasa esto, pero me lleva pasando desde todos estos años que han pasado desde que tú y yo dejamos de ser tú y yo. Quizás tenga algo que ver con tus palabras, con tu manera de escribir e incluso con tu despedida. Porque tú te despediste de mi con una declaración de amor tremenda. Una declaración de amor que era digna de la mayor tragedia amorosa conocida. Y ahora es cuando sé que lo que me enamoró de ti fue tu léxico y tu semántica. 

Porque en lo demás, fuiste un gilipollas.