He leído nuestras conversaciones, otra vez.
Qué punzada en el corazón, qué complicado lo hiciste y qué oscuro recuerdo.
Siempre me han preguntado el por qué de mi huida, el por qué cuando hablo de ti y de nuestro recuerdo me estremezco y la piel se me pone de gallina: no me hiciste nada. Pero me hiciste todo. Te tengo miedo y es algo que casi no puedo evitar. Ese miedo se mezcla con el anhelo de una amistad que nunca se producirá.
No entiendo muy bien por qué me pasa esto, pero me lleva pasando desde todos estos años que han pasado desde que tú y yo dejamos de ser tú y yo. Quizás tenga algo que ver con tus palabras, con tu manera de escribir e incluso con tu despedida. Porque tú te despediste de mi con una declaración de amor tremenda. Una declaración de amor que era digna de la mayor tragedia amorosa conocida. Y ahora es cuando sé que lo que me enamoró de ti fue tu léxico y tu semántica.
Porque en lo demás, fuiste un gilipollas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario